Con una escenografía de lo más variopinta y la poderosa voz de Javier Gurruchaga al frente (showman donde los haya), La Orquesta Mondragón no ha parado de dar guerra desde 1976 hasta ahora. Sí. Hasta ahora. Porque no se han detenido. El problema viene dado por lo de siempre y los de siempre: la ceguera musical de este país, que sólo saca productos prefabricados para gente prefabricada que vive delante del televisor. Vender, vender, vender...Tener el chalet más grande, la piscina más grande, la barbacoa más grande, el coche más grande y el alma en venta. La todopoderosa industria discográfica española vendería a su madre si hiciera falta y con ella, todas las grandes empresas que la sustentan. Por eso, La Orquesta Mondragón ya no sale en los medios. No son jóvenes, no son maleables, no son rentables por tanto.
Para ellos, desde aquí, nuestro pequeño homenaje. Para que vean ustedes como se las gastan en directo. Una gente y unos músicos que sin salir del sanatorio mental del que llevan el nombre, bien podrían sacarnos a los demás del nuestro y hacernos olvidar, por un rato, la santa, apostólica y romana televisión.