martes, 28 de agosto de 2012

El Ecce Hommo y una señora que pasaba por allí


El arte y la religión son algo puramente pasional. O se lleva en las venas o no hay nada que hacer. Como el fútbol, el mus o el dominó. Y ante el bonito fresco deteriorado de la iglesia de su pueblo, esta buena mujer sintió la llamada de la sangre. Armada con la misma determinación que en otros pueblos los paisanos lancean o embolan toros, ella cogió su pincel, sus colores y se fue derechita a solucionar lo que el tiempo estaba estropeando. Y lo ha hecho. A su manera, que es muy libre. Pero ya saben que en cosas de arte, los artistas son muy suyos y esta señora no iba a ser menos.

Lo que ha salido de sus manitas ha dado la vuelta al mundo. Ahora, este modesto pueblo está en pleno "candelabro", como afirmó en su día una simpática modelo española, también reinterpretando el castellano a su manera.

Y es que nuestra vieja piel de toro es un país de reinterpretaciones. Se reinterpreta todo. La ley, cuando molesta porque alguien quiere juzgar corruptelas o brutalidades pasadas, la Carta Magna, donde el derecho a la manifestación, a una vivienda digna o a una sanidad y educación públicas se está suprimiendo a golpe de decreto ley, un libro de Daniel Steel plagiando 80 de sus páginas por parte de una presentadora matinal muy conocida, etc... El caso es darle nuestro toque personal a todo lo que hacemos.

Por supuesto, a la par que reinterpretamos, también nos rasgamos las vestiduras. Porque todo el mundo se ha cebado con la reautora del fresco. No sé que se nos da mejor. Si hacernos los tontos cuando en una sesión de investigación parlamentaria nos preguntan por qué hemos colado un pufo que te cagas en las últimas cuentas del banco, o, clamar al cielo exasperantes con la vieja fórmula de: - "esto es una conspiracion judeo-masónica y yo soy más inocente que un palomo cojo" cuando se descubren nuestros "trapicheos". Se acepta, por supuesto, la variante que ahora está más en boga y que escenifica de maravilla el partido gobernante: - "No queremos pero no tenemos más remedio". Muy a lo Homer Simpson, si señor. O puestos a seguir con patochadas, las que sueltan algunos ministros de turno diciendo que lo que sobran son profesores. Viva y bravo.

Echando un rápido vistazo al panorama nacional, no entiendo de qué nos extrañamos cuando surgen visiones pop tan majas como la que nos ocupa. Un cuadro gore ha pasado a ser una extraña mezcla entre " el grito" de Munch y la cara de Paquirrín. Una mezcla entre arte vanguardista y nuestra más rancia televisión nacional. Lo que viene siendo habitual en nuestra ya malograda masa encefálica si con programas de tal calibre, y repetidos hasta la náusea en cierta cadena amiga, nuestro cerebro vomita creaciones como ésta. Es lo normal.

Ya lo advirtió Don Francisco ( de Goya y Lucientes ) hace ya 200 años: "el sueño de la razón produce monstruos". Y con gobernantes y ministros que sólo se jactan de leer el periódico, ¿qué podemos esperar del Congreso para abajo?

Y la duda que a mí me corroe. Si como la propia autora afirma, todo el mundo veía lo que estaba haciendo, ¿qué hizo ese cura de esa parroquia para impedírselo? ¿Y los feligreses?

Eso sí es un expediente X. Como decía Mudler: la verdad está ahí fuera.

Ustedes mismos.

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