sábado, 27 de octubre de 2012

Televisión Zombie, cultura zombie

Desconocemos si la presentadora de las mañanas de la 1 es neoplatónica o, por el contrario, neoaristotélica.  Más bien ninguna de las dos cosas. Desde Sócrates hasta ayer mismo, sesudos filósofos, escritores y demás gente con estudios y ganas, se han dedicado a reflexionar sobre la existencia del alma. No podía ser que el "hombre" fuera capaz de lo mejor y de lo peor a la vez. Algo raro pasa aquí, se preguntaban. Así, a lo largo de la Historia se ha justificado esta lucha interna entre el bien y el mal a través de la mediación de un ente invisible dentro del cuerpo. Por lo menos, hasta que la Ciencia ha podido desarrollarse y por más que ha abierto y ha cerrado, no encontrar nada de nada. Y de la mano de la ciencia, el escepticismo más radical. Va a ser que esto del alma es pura ignorancia religiosa y filosófica. Que tanto el bien como el mal se deben, más bien, a patrones culturales aprendidos o, por el contrario, carecer de ellos. Ahora, dicha palabra se usa para la poesía y poquito más. Es decir, el alma se ha llevado a un terreno más etéreo, que es de donde nunca tenía que haber salido. Hasta ayer, como aquel que dice.

Nuestra ínclita presentadora matinal, ha vuelto a abrir la "caja de pandora" espiritual. Se ha atrevido  a afirmar que la Ciencia no ha demostrado si el alma no se trasplanta con los órganos destinados a tal fin.
Para poner paz en tal desaguisado, desde esta humilde Redacción nos atrevemos a aclarar que sea cual sea la opción elegida por Mariló (neoplatonista o neoaristotélica), choca con la misma lógica de los que defienden su existencia. Al morir una persona, el alma sale del cuerpo. Se da las de Villadiego y si te he visto no me acuerdo. En ninguna de las versiones se advierte que el alma se quede en un cadáver, como es el caso. Por tanto, mucho nos tememos que esta mujer debería darle un repasito aunque sea a la Wikipedia, para ponerse al día. O, cuando se de cuenta de su error, arrimarse algo más al pensamiento científico, que a fin de cuentas, es el único que no condena a la hoguera a nadie.

Democracia zombie, televisión zombie, cultura zombie. Todo es uno.


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