En la sala de baile de la discoteca Madiba, el famoseo patrio homenajea a Nelson Mandela agitando sus gintonics. Los flashes de los fotógrafos no paran. Futbolistas, pseudo actores y nobles posan para las revistas del papel cuché.
Mientras tanto, en la sala VIP, lejos de las cámaras, políticos y empresarios engominados juegan con la democracia, acordando cesiones de terreno público, cortinas de humo nacionalistas y leyes que dejen sus bolsillos llenos. Sin posibilidad de reclamación.
Hasta que la imagen del difunto mandatario sudafricano aparece en una pantalla de plasma.
¿Casualidad?
(Continuará)...
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