lunes, 24 de septiembre de 2012

Escenas impagables del séptimo arte: Eso del libre albedrío (Amanece que no es poco)

Queda inaugurada dicha sección. ¿Cómo no íbamos a hablar de cine en este blog? El cine, esa otra gran revolución cultural del siglo XX, (junto con el rock and roll, of course), ha ido creciendo con todos nosotros, al igual que ciertos libros y ciertas canciones. Nos ha servido de guía y de evasión. Nos ha servido para amortiguar los malos momentos y para disfrutar con los buenos. Es lógico que tenga aquí su rinconcito. Iremos pasando revista a películas, directores, escenas y dislates varios del séptimo arte.

Si ven esta película, sabrán por qué en este pueblo castellano, los sudamericanos, algunas veces, van en bici o huelen bien. También como brotan hombres de la tierra o como en este diálogo magistral, las fuerzas vivas reflexionan abiertamente sobre el libre albedrío. Mientras eso sucede, algunos de sus vecinos levitan, otros se desdoblan y todos votan, religiosamente, para ver si la nueva novia del alcalde es comunal o no.  Esto es Amanece, que no es poco (1989). Su director, José Luis Cuerda. Para nosotros (la Redacción de este blog), la mejor película de la historia del cine español. Así, sin ir más lejos. Para la crítica especializada, lo de siempre: una filfa.

Humor surrealista a raudales con una sucesión de gags hechos de manera breve pero intensa. Lo mejor de la película: no importa que la hayas visto doscientas veces. En la doscientas una, acabas encontrando un detalle que se te había escapado hasta entonces. Lo peor: nada. No tiene. Quizá que los extranjeros nunca la entenderán. Ayer noche, en la 1, nos volvimos a reír a mandíbula batiente y a hablar, ¡cómo no!, de Dostoevsky.


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