sábado, 8 de septiembre de 2012

La masturbación: lo más políticamente correcto desde la Transición.

Sí, queridos niños y niñas. A la sección morbo - cotilleo - presunta seriedad de todos los noticiarios de este país ha saltado la noticia. Se ha difundido por internet (sin su permiso, claro) el vídeo de una diputada socialista de un pueblo de Toledo. ¿Haciendo qué? ¿Robando dinero público tal vez?, ¿Aceptando vestidos caros a cambio de los servicios prestados? Mmmm. Todo eso sería grave. Pero no.  Sólo estaba en plena reafirmación de su amor propio. Vamos, nada del otro mundo.

El cabrito que lo colgó en la red quiso provocar un escándalo y lo que ha conseguido es justo lo contrario. Desde este blog nos sumamos a las muestras de apoyo que ha recibido la señora Olvido Hormigos (¡¡mucho ánimo!!) y recomendamos a toooooooda la clase política española y extranjera que se masturbe más a menudo.

Verán, desde un punto de vista médico y otro punto de vista estrictamente más personal, nos atrevemos a afirmar que es cierto lo que dice la ciencia. Sí. Hemos tenido que probarlo para corrobarlo. La ipsación (como dice algún cultureta por ahí) es buena porque genera endorfinas, que son unos péptidos opioides endógenos (según la Wikipedia), que transmiten una sensación de buen rollo y de paz interior que te cagas. Lo que viene siendo un estado zen, vaya. Y eso es, precisamente, lo que más necesitan nuestros políticos hoy día. Y el resto de los mortales. Así no encontraremos las caras de mala leche, las decisiones de más mala leche y, en consecuencia, el egoísmo, la envidia, la corrupción y todos los males que nos aquejan hoy día.

Echándole un ojo a la Historia más reciente de este país, la Transición tuvo que ser el último momento donde nuestros políticos más alegremente jugaban al cinco contra uno. Y es que había mucho amor contenido. No se puede explicar de otra manera que se pasara de una dictadura a una democracia sin otra guerra civil de por medio. Todos tuvieron que ceder lo suyo y eso no se explica si previamente no había un ambiente zen en sus innumerables reuniones. No como pasó después. Que si la salvaje reconversión industrial de los 80, que si entramos en la OTAN, que si privatizamos a diestro y siniestro, que si la burbuja inmobiliaria, la corrupción reinante y los sueldos desorbitados, que si nos cargamos el estado del Bienestar, la paga extra de Navidad, etecé, etecé. ¡Que les vamos a contar que ustedes no sepan! Y todos se echan la culpa. Nadie dimite, nadie asume responsabilidades. En definitiva, se han vuelto más malvados y más tenebrosos que nunca.

En estas aguas turbulentas sobre las que nos ha tocado naufragar, que alguien pretenda montar un escándalo por difundir un vídeo privado de una concejal que rinde su pequeño homenaje a los tiempos de la Transición, es de tontos. Tonto el que lo ha difundido, tonto de capirote, de libro, por pretender hacernos escandalizar con cosas tan triviales y tan gustosas como cascársela. A esa persona le recomendamos hacer lo mismo: descargar. Y a todos nuestros lectores. La vida se ve con otro punto de vista, más sosegado y más alegre. Y es en esos estados cuando se han de tomar las decisiones importantes, las que hacen que nuestro rumbo cambie. En las que podemos llegar a un pacto por el bien de todos. Como en los años 70. Lo recomendaban hasta los dentistas.

¡¡Qué tiempos aquellos!! ¡¡Y qué música, oigan!!

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