martes, 18 de septiembre de 2012

Esperanza para la movida madrileña

En la redacción lo tenemos bastante claro. Esperanza Aguirre es una nostálgica. Es normal, por otra parte. Cuando pasas de cierta edad echas de menos las anteriores, especialmente la juventud. No tenías que pagar impuestos o hipotecas. Podías salir de fiesta hasta las tantas y tu única preocupación era la de no repetir curso. Fácil. Una vida muy fácil, la verdad. Por eso la adolescencia se echa tanto de menos, en general. Pero no van por ahí los tuppers (perdón, los tiros).

Doña Esperanza ha dicho que vuelve a su puesto de funcionaria del Estado. ¿Será para compartir sufrimientos con sus, ahora, colegas? ¿La veremos manifestarse por no tener paga extra en Navidad?

Ante la expectación que estas ideas sugieren, nosotros argumentamos que ella a lo que aspira, como el 99% de los españoles, en realidad, es a tener su curro de 9 a 3 y las tardes, libres. Y poder dedicarse a lo que más le guste, que de eso se trata. Sus labores, vaya. Y a lo que a la lideresa le va es la marcha, como ha demostrado en su dilatada carrera política. Ha estado en todos los fregaos. Bueno, en casi todos, que en lo del Prestige no tuvo nada que ver.

Por ello, porque sabemos que cuando más marcha se vive es durante los años mozos, pensamos que Esperanza Aguirre está dispuesta a enfundarse una guitarra y a dar caña, como muestra la imagen de arriba. Y en sus años de merecer lo que petaba era la movida madrileña.

¿Y eso qué eh lo que eh?, se preguntarán algunos.

Bueno, para su conocimiento, aquello de la movida consistió en una explosión cultural donde infinidad de artistas quisieron darle un toque más underground, es decir, alternativo, a lo que venía siendo lo tradicional en la capital: la zarzuela, la verbena de la Paloma  y poquito más. Graffiteros, columnistas de prestigiosos periódicos, fanzines, grupos de música y futuribles directores de cine y contertulios, hicieron lo posible para que la capital de España saliera de su letargo cultural y tuviera algo distinto que contarle al mundo.

Siguiendo con esto de la memoria histórica, también cabe recordar que aquella explosión vital era la respuesta a los tiempos tan duros que tocaron vivir, como ahora. Y es que no sólo por los peinados de cuatro horteras se ha vuelto a rememorar aquello, sino por todo lo que queda alrededor y que se parece, sospechosamente, a lo que ahora sucede en la Villa y Corte : ayudas sociales casi inexistentes, salarios bajísimos (lo que obligaba y obliga a simultanear dos trabajos), manifestaciones constantes y desesperación,  mucha desesperación. Sobretodo en los barrios obreros. Ir a la Universidad era (y es) poco más que un imposible y no caer en el pozo de la droga o en el de la delincuencia y las bandas juveniles (acuérdense del Torete y el Vaquilla, por ejemplo), harto difícil. Mucha gente joven de los 80 murió por sobredosis. Y la que no, tuvimos que sortearla en los vagones de metro, dirección a los puntos de venta de droga más cercanos durante unos añitos más. Sí. Lo sufrimos en nuestras propias carnes.

Mientras todo esto sucedía en los barrios bajos, suponemos a Esperanza Aguirre en los barrios altos, meneando el esqueleto en cualquier boite selecta y al ritmo de "Alaska y los Pegamoides". A su vez, aquel alcalde tan entrañable gritaba aquello de "madrileños, si no estáis colocados, colocaros y al loro" y todo el mundo aplaudía. Un despiporre.

Así, no es de extrañar que se haya dejado llevar por sus recuerdos y lo haya dejado todo atado y bien atado. A imagen y semejanza de los 80, claro está. Calcadito, si no fuera por las nuevas tecnologías que nos rodean. En consecuencia, pronto la veremos agitar las seis cuerdas por las tardes y dar rienda suelta a lo que más le gusta hacer: dar la nota.

Total, si Elvis tuvo su retiro dorado en las Vegas, en nuestro futuro euro -Vegas, la "jefa" no va a ser menos ¿No? En algo habrá quedado con el magnate norteamericano.

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