sábado, 22 de septiembre de 2012

Independizarse: ese nuevo marrón para los catalanes

En la Redacción todavía nos acordamos del día en el cual nos independizamos. Según salimos por la puerta de la casa paternal, la media neurona que nos queda, comenzó a cantar aquello de ¡¡libertad, libertad!! ¡¡sin ira, libertad!! e íbamos por la calle con esa sensación de superioridad (suponemos) que debe tener, ser el único acertante de la Primitiva. Nos sentíamos los putos amos. ¡Qué alegría, que alboroto! ¡¡Otro perrito piloto!!

Aquella sensación de euforia nos duró bien poco, la verdad. Hasta que llegaron las primeras facturas. Ahí entendimos que vivir por tu cuenta conlleva gastos y más gastos que cubrir. Que el chollito, en realidad, era el otro. Que papá y mamá eran un colchón donde apoyarse. Que eso de tener la ropa limpia y la comida caliente después de una noche kamikaze, no tiene precio. Que las cosas se rompen y si no has hecho una F.P. de fontanería y otra de electrónica, lo llevas clarinete. Qué no te surjan imprevistos, también. Y que donde estés, estés agusto y con un mínimo de higiene y vecindario amable.


Pues bien, queridos lectores, ahora los catalanes (o parte de ellos) se han hecho fans de Ikea y el famoso anuncio de bienvenido a la república independiente de tu casa, se lo han tragado con sedal y todo. Allá ellos. Que cada uno es muy libre de sentirse catalán, español o saturnino (natural de Saturno).


Lejos de entrar en polémicas políticas, sólo queríamos reflexionar en alto sobre el nuevo marrón que se les viene encima. Sí. Porque es un marrón. Será muy bonito y todo lo que ellos quieran pero no deja de ser un marrón...y de los tochos.


Para empezar, tienen que inventarse una nueva moneda, (los europeos pasan de ellos) cosa que no se consigue de la noche a la mañana. Aparte de lo devaluada que estará.

 Si quieren que se les tome en serio en el concierto internacional, necesitan una administración fuerte, un funcionariado curtido y dispuesto a la invasión de papeleo incipiente que se les viene encima. Claaaro. Ser independiente requiere nuevas señas de identidad. Millones y millones de deneís nuevos que se van a chupar los mossos de esquadra (¿se dice así?) y colas interminables de los sufridos pero nuevos ciudadanos. Eso para empezar. Y luego viene el referéndum. ¿Monarquía o República? ¿Pep I, rey de Catalunya? Sea  lo que sea, la persona que los represente se lo va a llevar por la patilla. O a ver si van a pensar los colegas que no va a tener los mismos lujos que su vecino español. Ya saben que cuidar la imagen es importante. Muy importante.

Y la seguridad. Un ejército potente para evitar futuras invasiones. Y créannos. Por nosotros, no va a ser. Bastante tenemos aquí con la que está cayendo. ¿Se aliarán con los monegascos, quizá y convertirán Cataluña en un gran casino para dar por saco al Eurovegas madrileño?

En resumen, para independizarse, en la vida real, se necesita pasta, mucha pasta. Y resulta que no sólo en España sino también en Cataluña están (los mismos que proclaman la independencia) diciéndonos que no, que no la hay. Y quitando pagas extras, hospitales y servicios sociales ná menos. Así que no sabemos de dónde la van a sacar. Un marrón, vamos. Y éste nuevo, otro. Y aquí no vale volver a casa a por la tartera, a que la llene mamá. No, no. Es decir, que vayan olvidándose de los derbis Madrid - Barsa, créditos varios y devolver competencias y dinero a partes iguales. Entonces, ¿quién va a poner todo el montante? ¿los políticos? Me parece que serán los de siempre: el pueblo.

Habrá que seguir jugando a la lotería.

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