viernes, 14 de septiembre de 2012

¡¡Madres al rescate!!

Sí, amigos. Las madres han vuelto. ¿O nunca se habían ido? Simplemente estaban ahí, multiplicándose por dos, como de costumbre, hasta que les han tocado la fibra sensible. Es decir, el bolsillo.

Quién nos iba a decir que la tartera de toda la vida, ese instrumento del buen yantar casero, iba a convertirse en un arma arrojadiza, desfacedora de entuertos. Y es que con las madres hemos topado, amigo Sancho. A una madre no se le puede tocar las narices. Bastante tiene ya con sacar adelante a su prole como para encima hacerle pagar algo que no va a utilizar. Y una madre, cuando se pone, es capaz de todo y más. Si no, remítanse ustedes, queridos lectores, a su primera comunión y a esos vestidos y trajecitos tan pintorescos que lucimos, tan nuestros. A esa convicción férrea y a esa zapatilla del 24 largo para evangelizar al más ateo. Y lo conseguían. Vaya que sí. Ellas han sido (y no, ningún caudillo bajito) la auténtica reserva moral y espiritual de Occidente. Para que ahora vayamos pidiendo dinero por ahí, a Europa. ¡Pero bueno! ¿Es que no aprendimos nada de pequeños? ¿Ya no recuerdan que pasaba en sus casas si volvían con un duro de menos de la vuelta del pan? Cría cuervos... ya lo dice el refrán.

Así, como buena madre, ha venido la Merkel a nuestra querida piel de toro. A decirle a su niño, ahora presidente, que de pedir un rescate, que ni se le ocurra. Que apechugue con lo que ha hecho y que espabile, que ellos no son el banco de España (ainsss, ¡una de esas frases que tenemos grabada a fuego en nuestra memoria).

Y, por más que el nene sonría y ponga (como él sólo sabe)  la cara de bobalicón del Jaimito de las películas, mucho nos tememos que no nos queda otra, tal y como está el patio. Porque vamos a ver, aquí, quién únicamente se atreve a invertir es el hacendado yanqui para lo mismo de siempre: fiesta, fiesta y más fiesta. Nos vamos a convertir en las cutre - Vegas de Europa. Si ya somos su patio trasero, ahora, con felpudo. Atraeremos a lo más granado del sector mafioso de toda Europa. Lo normal, teniendo en cuenta que somos los primeros consumidores de cocaína del mundo. ¡¡Qué país!!

Allende los mares se siguen creyendo que somos una provincia de Méjico o que vamos todos vestidos de toreros y flamencas por las calles. No sabemos que diabólicas mentes les están reponiendo continuamente películas de Paco Martínez Soria, o, por el contrario, si la estética ochentera de Almodóvar tiene también mucho que ver en el asunto. Si a esto le sumamos la promoción de Hemingway por los sanfermines, imagínense ustedes cual es el cacao mental que tienen los anglosajones encima. Viendo el panorama, no es de extrañar que algunos estén empezando a renegar de si mismos. Claro, que éstos, inocentemente, piensan que los recortes allí empleados, se solucionan así, a lo bestia, cortando por lo sano. No se han dado cuenta que los mismos, son obra y gracia de aquellos que les han convocado para salir a la calle en alegre manifestación.

Y, mientras tanto, unos por otros, echándose la culpa estilo patio de colegio y la casa sin barrer. Esto, nuestras madres lo hubieran solucionado ya hace tiempo. A su manera. Que todos conocemos. Pero solucionado a fin de cuentas.

Más madres con tuppers (¿se dice así?) son las que hacen falta.

Amén.

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