¿Nos pillará en la ducha? ¿En el trabajo? ¿Tal vez en el atasco o a la hora de la cena, con la audiencia por las nubes?
Lo único que sabemos al respecto es que a estas alturas de la mañana todavía no ha pasado nada. Ponemos la caja tonta y todo sigue igual: presentadoras estupendas, documentales soporíferos y escándalos por resolver. No hay ningún holocausto asomando por ahí. Y es una lástima. Nos merecemos un reseteado, al menos, de políticos y economistas. Que llegaran ángeles o demonios al estilo Apocalipsis now, con la cabalgata de las Walkirias sonando de fondo y se los llevaran lejos de aquí. O algo más bizarro si quieren. Unos tomates gigantescos, asesinos, persiguiendo y devorando a los que nos han conducido a esta situación.
Y es que el 99% del personal no nos merecemos lo que el 1% manda. Por lo que el fin del mundo, esperamos, sólo sea para ellos y no para el resto, que bastante tenemos ya encima.
Nosotros, por si acaso, vamos encargando una pizza y unos refrescos.
Permanezcan atentos a sus pantallas. A ver si suenan las trompetas.
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