viernes, 21 de diciembre de 2012

¿Loterías? Las justas

El año pasado, por estas fechas, teniamos el arsenal ya preparado: un San Pancracio, una pata de conejo, una herradura e incluso contamos con la chepa del vecino, al que le pasamos, sin que se diera cuenta, el décimo de turno. Además, algún forofo de la Redacción no paró hasta que encontró ese numerito soñado. Nos daba en la nariz.

Este año, sin embargo, es distinto. No basta la buena fe. Incluso, es perjudicial para la salud. Al menos, para nuestra salud mental. Tras echarle un vistazo a la realidad más inmediata, hemos arrojado la toalla y sí, gastado 20 euros en el décimo del trabajo (por no quedarnos con cara de tontos si toca) y algo a medias con la familia. También por la misma razón.

Y es que la suerte va por un lado y la bondad por otra. Y en nuestra querida piel de toro tenemos unos cuantos ejemplos claros. Si ambas estuvieran unidas, ciertos diputados provinciales, algún ex-presidente de Comunidad Autónoma, algún yernísimo de pro, presidentes y consejeros de bancos y cajas de ahorro, incluso, algún gobernador del Banco de España (o más de uno), se comerían el turrón entre rejas. Pero no es así. Ni será.

 Y mientras eso sucede, en el otro lado, es decir, en el 99% de la población, la rabia y la indignación van subiendo más alto que la prima de riesgo. Porque en este país pasa algo distinto (¿o no?) a lo que pasaría en cualquier país civilizado: los listos se van y los caraduras se quedan, y encima, ganando sueldazos. Si no nos creen, échenle un ojo también a los programas de mayor audiencia de la televisión. ¿Tal vez, documentales? ¿Reportajes de investigación? ¿En España? Aquí, lo que triunfa no es eso. Ni será, insistimos. Lo que llena conversaciones de oficina, bares y patios de vecinos son temas de otra índole: vida, obra y milagros de gente de la farándula, principalmente, cuyo mérito no ha estado precisamente en estudiar. Más bien, en todo lo contrario. Por lo que el ejemplo a seguir, si se quiere triunfar en este país, no viene dado por tener tropecientos mil másteres universitarios. Eso es de pobres. Simplemente, para los que queremos sobrevivir en esta selva.

Por eso, desde aquí, queremos felicitar ya a los próximos ganadores seguros de la Lotería de Navidad. Todos ellos. Unos, por no dar ni chapa y vivir del cuento (y a todo tren) y otros, por saberse triunfadores en el país de charanga y pandereta que pisamos. Hagan lo que hagan, pillen lo que pillen, se salen con la suya.

Esperemos que se lo gasten en medicinas.

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