lunes, 10 de diciembre de 2012

Nuestro particular Nobel de la Paz

Ahora mismito, los líderes de la Unión Europea se tienen que estar pegando una juerga de padre y muy señor mío. Comiendo jamón del bueno y bebiendo espumosos que el resto de los mortales no podremos saborear nunca. ¿Otra lonchita, Durao?, le estará preguntando Mr. Pamplinas al vecino portugués. Sssshhhi essshhh que sssshhomosssshhh losssshhh mejoresshhh.

Es lo que tiene ganar  un Premio Nobel, queridos lectores. ¡AAh!, ¡qué se nos olvidaba! Y además les dan una compensación económica de 930.000 euros, otra cosa que tampoco veremos nunca, a no ser que nos toque una Primitiva, claro.

¿Y esto por qué ha sido? ¿Acaso se lo han dado con los yogures? ¿Había una oferta del 50%? ¿Pidió el Jurado el comodín del público?

Este galardón, por lo visto, se otorga por la ingente tarea de paz y de construcción que se ha llevado a cabo en el continente europeo desde el final de la II Guerra Mundial. Lo que a nosotros nos mosquea no es que se lo den (que méritos han hecho), sino que tal y como está el patio, se lo hayan concedido ahora.

No tenemos nada más que echar un vistazo a la prensa o a los telediarios para darnos cuenta que la UE no atraviesa por su mejor momento. Ni sus ciudadanos tampoco. De hecho, dudamos que la UE como tal siga existiendo. No por nada. Sino porque las políticas de austeridad que están asfixiando a los europeos más débiles, son mandato de froilain Merkel y del Bundesbank. Los mismos que se lo están llevando crudo por comprar deuda de sus vecinos del Sur y además, darles más crédito para que se endeuden más. Un negocio redondo, vamos. ¿Para qué generar políticas de estímulo? Deuda, deuda y deuda. Pagar, pagar y pagar.

Mientras esto sucede, la gente va perdiendo sus trabajos, sus casas y en el peor de los casos, la vida. Si esto es fomentar la paz y la construcción en Europa, que nos lo expliquen.

Por eso, desde aquí queremos otorgar el Premio Nobel de la Paz 2012 a alguien que se lo merece mucho más. Una niña de catorce años llamada Malala Yousufzai. Esta chica afgana lleva denunciando desde hace dos años en su blog, el terror al que están siendo sometidas las niñas en su país. Los talibanes las quieren con la pata quebrada y en casa. Nada de estudiar. Y por enfrentarse a semejante barbarie tan solo con la palabra, la han intentado asesinar a balazos.

Por su integridad, por su valentía, por su espíritu crítico y su decidida actuación frente a tanto salvaje, se merece el Nobel de la Paz y todo nuestro apoyo, ¡qué menos!

Y a los jerifaltes de la UE, esperemos que se les atragante el champán. A ver si aprenden.

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