lunes, 19 de noviembre de 2012

Había una vez un circo...

....Que alegraba siempre el corazón. Y así era.

Antes de que los dibujos Manga conquistaran la pantalla, los miembros de esta Redacción tuvimos el privilegio de disfrutar, en nuestra niñez, de una televisión pública de calidad. De programas infantiles de calidad, de entretenimiento cultural. Nos viene a la memoria "Érase una vez el hombre", por ejemplo. Mítica serie de dibujos animados que te introducía en la Historia de la Humanidad. Su hermana gemela "Érase una vez el cuerpo humano", que nos llevaba de la mano al mundo de la Biología."Los sabios", concurso emitido los sábados por la tarde entre 1984 y 1986. También, magnífico camino al mundo de la Ciencia y de los inventos. Y, por supuesto, dibujos animados ligados al mundo literario: "Ruy, el pequeño Cid", "Don Quijote de la Mancha", "La vuelta al mundo de Willy Fog" o "Ulises 31". Series, todas ellas, que nos guiaron hasta el mundo de los libros y que nunca hemos dejado. Series que nos preparaban para lo que nos esperaba en la E.G.B. y no nos sonara a chino. Para que aprendiéramos el valor de lo escrito en épocas pasadas y nos familiarizáramos con ello. No como ahora.

De entre todos estos recuerdos, el más añejo que conservamos en nuestras retinas es el programa  "los payasos de la tele".  En aquel circo entrañable, aprendimos a reír y a cantar de la mano de Gabi, Fofó, Fofito, Miliki y Milikito. 

Ayer nos dejó uno de ellos, nuestro querido Miliki.

¡¡¿Cómo están ustedes?!!, lanzaban en su presentación. Nosotros, mal. Para que nos vamos a engañar. Por primera vez desde que abrimos este blog, nos tenemos que poner serios. No nos queda otra. Su desaparición nos deja un poco más solos, un poco más huérfanos. "Es como si se nos hubiera ido uno de nuestros abuelos", nos ha susurrado Campanilla. Y así nos sentimos. Una parte de nosotros se va con él. A esa isla de los niños perdidos donde sin duda estará, alegrándoles con sus melodías y su buen humor. 

Otra parte sigue viva. La que nos dejó en sus canciones y que ahora intentamos enseñar a la siguiente generación, que ya empieza a ir al cole. 

Gracias, Don Emilio Aragón Padre, por los buenos momentos que nos ha hecho pasar. 

Nunca le olvidaremos.




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